El zoológico humano: las impactantes actuaciones de los pueblos indígenas y africanos en Europa y América”

Durante los siglos XIX y XX, una de las prácticas más crueles y degradantes que marcaron la historia del colonialismo fue la exhibición de personas no europeas como si fueran animales en lo que se conoció como “zoológicos humanos”. Este fenómeno fue especialmente prominente en Europa y América, y en él se trataba a personas indígenas de África, Asia y América como objetos de curiosidad, colocándolas en jaulas y exhibiéndolas para el entretenimiento de los públicos europeos.

Una de las exposiciones más notorias tuvo lugar en París en 1905, pero la historia del “zoológico humano” comenzó mucho antes. El concepto de mostrar seres humanos como si fueran piezas exóticas de un zoológico fue ampliamente popularizado a medida que los europeos expandían sus colonias en todo el mundo. A medida que los colonizadores descubrían “nuevas tierras” y “nuevas razas”, no solo mostraban animales extraños o plantas raras, sino que también llevaban a las personas de esos territorios a Europa y América para ser exhibidas en condiciones inhumanas.

En un principio, el motivo de estas exhibiciones fue el afán de mostrar las “maravillas” del mundo no europeo a los ciudadanos de las metrópolis coloniales. Sin embargo, pronto se convirtió en una forma de entretenimiento público, donde los “nativos” eran tratados como seres inferiores y mostrados en jaulas o en espacios delimitados. Se esperaba que los indígenas realizaran danzas, rituales o actividades cotidianas ante las multitudes que acudían a verlos

El primer ejemplo documentado de lo que hoy conocemos como “zoológico humano” tuvo lugar durante el Renacimiento, con la familia Medici en Italia. Estos poderosos comerciantes y banqueros exhibieron personas indígenas en el Vaticano en el siglo XV, comenzando con la captura y exhibición de “exóticos” traídos de sus colonias. Esta práctica se expandió rápidamente a lo largo de Europa durante los siglos siguientes.

Uno de los ejemplos más infames de esta explotación fue la historia de Sarah Baartman, una mujer Khoikhoi de Sudáfrica. Nacida en 1789, Sarah fue llevada a Europa, donde fue exhibida en condiciones humillantes debido a su figura física, considerada “exótica” por los estándares europeos. Su trasero, de grandes proporciones, fue el centro de atención de los espectáculos, y ella fue forzada a caminar desnuda o con ropa que resaltaba sus características físicas. A pesar de las críticas que surgieron en su momento, su exhibición continuó durante años, mientras que Sarah vivía bajo condiciones de tortura física y psicológica.

La explotación de Baartman no terminó con su muerte. Tras su fallecimiento a la edad de 26 años, su cuerpo fue disecado y su figura fue exhibida en el Museo del Hombre en París durante más de un siglo. Los “científicos” de la época llegaron a la absurda conclusión de que los africanos estaban más cerca de los animales que los europeos y que Sarah era una “conexión” entre los humanos y los animales.

A medida que pasaron los años, estos “zoológicos humanos” se convirtieron en una forma aceptada de entretenimiento en el Occidente. Entre 1870 y 1940, millones de personas acudieron a estos espectáculos, en su mayoría organizados por empresarios como Carl Hagenbeck, quien organizó numerosas exposiciones de pueblos indígenas, trayendo a más de 900 aborígenes de Australia y otras partes del mundo a Europa y América. Estas exhibiciones no solo eran populares, sino que eran vistas como una forma de “educar” al público blanco sobre la “superioridad” de su propia civilización.

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