Se ha encontrado el enterramiento de una joven mujer de entre 7.000 y 6.000 años de antigüedad, que probablemente tenía alrededor de 20 años cuando falleció, junto con su recién nacido en Vedbaek, Dinamarca. En el ritual funerario, se hallaron alrededor de 200 dientes de ciervo rojo sobre su cabeza, lo que indica un significativo simbolismo y un alto estatus social. El bebé, en su tumba, se encontraba envuelto en una cuna formada por las alas de un cisne, con un cuchillo de piedra colocado a su lado, lo que sugiere una cuidadosa preparación para el más allá.
El hallazgo ha llevado a especular sobre la posibilidad de que ambos, madre e hijo, hayan muerto al mismo tiempo durante el parto. Sin embargo, debido a la antigüedad de los restos, aún no es posible confirmar si la muerte ocurrió de esta manera. El hecho de que el niño estuviera acompañado de un cuchillo de piedra puede simbolizar la protección o el paso a una nueva etapa en la vida, más allá de la muerte.
Este descubrimiento proporciona una visión única de las prácticas funerarias de las comunidades prehistóricas en la región nórdica, revelando la importancia que se le daba al simbolismo y a los objetos funerarios que acompañaban a los difuntos. La presencia de los dientes de ciervo, en particular, refuerza la idea de un vínculo entre la persona fallecida y el mundo natural, tal vez indicativo de la creencia en un poder sobrenatural o espiritual relacionado con los animales.
El descubrimiento de esta tumba es un recordatorio del profundo respeto que las sociedades antiguas sentían por la muerte y por el viaje hacia el más allá. La mujer y su hijo fueron enterrados con una serie de elementos que reflejan tanto su importancia como individuos dentro de su comunidad, como la trascendencia de su vida y su muerte en la memoria colectiva de la época.