El faraón más famoso del antiguo Egipto, Tutankamón, conocido popularmente como el “Rey Niño”, sigue cautivando al mundo más de tres milenios después de su muerte. Ahora, un nuevo proyecto científico ha permitido una reconstrucción detallada de su rostro, ofreciendo un vistazo fascinante a cómo habría lucido el joven faraón durante su corta vida.
Tutankamón subió al trono en el siglo XIV a.C., a la edad de 9 años, en un período tumultuoso para Egipto. Su reinado, aunque breve, marcó el inicio de una restauración política y religiosa tras las controversias de su predecesor, Akenatón. Sin embargo, lo que lo convirtió en una figura legendaria no fue su liderazgo, sino el descubrimiento de su tumba intacta en 1922 por el arqueólogo Howard Carter. La riqueza y el misterio que rodeaban su entierro capturaron la imaginación del mundo.
Utilizando técnicas avanzadas de tomografía computarizada y modelado 3D, un equipo internacional de investigadores ha logrado recrear el rostro de Tutankamón a partir de los datos obtenidos de su momia. Esta reconstrucción combina ciencia y arte, basándose en análisis anatómicos, proporciones craneales y detalles biológicos registrados en su momia.
El resultado revela a un joven de rasgos delicados pero marcados. Su rostro esboza una mandíbula prominente, ojos ligeramente almendrados y un mentón estrecho. Sin embargo, también se reflejan las posibles dificultades físicas que sufrió debido a varias condiciones genéticas documentadas, como el pie equino y una estructura ósea debilitada, evidentes en su momia.
El rostro reconstruido plantea una imagen que contrasta con las idealizaciones de los retratos artísticos encontrados en su tumba, donde se lo representaba como un ser divino y eterno. Este nuevo retrato nos recuerda su humanidad: un adolescente que soportó problemas de salud, quizás debilitado, pero que se convirtió en un símbolo de la rica herencia egipcia.
La reconstrucción no solo ayuda a humanizar a una figura histórica, sino que también resalta cómo la tecnología moderna puede desentrañar secretos que habían estado ocultos por milenios. Al revelar su rostro, no solo conocemos mejor al faraón, sino que también reflexionamos sobre cómo sus breves años de vida dejaron una huella indeleble en la historia.
La imagen de Tutankamón resurge como una mezcla de mito, ciencia y realidad. A través de esta revelación, el “Rey Niño” vuelve a mirar al mundo, recordándonos el poder eterno del pasado para fascinar y conectar generaciones